VIVA FIDEL

29 dic.

Desde ahora te doy felicidades por el año nuevo, mi hermano. Otro año más. A veces pienso que vas a regresar de pronto y me vas a llamar por teléfono ¡Oye Rigo, estoy aquí con todas tus cartas! ¡No te pude responde nunca por tal y tal!
Hay mucho ambiente de fiesta, con la tónica de los nuevos tiempos, o sea, ya no es el aniversario de la revolución, ahora es de verdad la llegada del nuevo año, también en colectivo, o sea, la gente adornando la cuadra para festejar entre vecinos. En realidad es un renacimiento, ya en los últimos tiempos de la revolución el ambiente había decaído, cada uno se quedaba en la casa con la familia. La gente bajaba con su casuelita a llenarla de caldosa y regresaba a la casa. Nosotros bajábamos cada uno con una casuelita o una jarra de barro de Isla de Pinos, la llenábamos con nuestra ración, hacíamos el paripé de participación y nos escapábamos a la casa. Como casi todo el mundo hacía lo mismo, el presidente del CDR le leía el comunicado de las doce a los borrachos. Y los borrachos respondían con sus vivas desafinados. Tiempo atrás, a las 12 en punto, mi papá y yo salíamos al balcón y gritábamos a toda voz VIVA LA REVOLUCION, VIVA FIDEL, y ahora me parece que era otra gente, no nosotros. Ahora hay botellas de bacardí, eso sí llegó enseguida. Hoy tampoco hay demasiada gente, pero todavía queda algo del sentimiento de gran familia, que ojalá no se nos extinga. Voy a bajar para apoyar eso. Antes yo veía toda esa colectividad como chusmería hipócrita, donde se mezclaban por un momento la mujer del pincho, la activista del CDR, y la jinetera. La jinetera odiando a la activista, la activista envidiando secretamente a la jinetera, y la mujer del pincho asegurada políticamente como la activista y económicamente como la jinetera. Allí estaban las tres, la burguesía, la policía y la plebe, una por conveniencia, otra por insuficiencia y la otra por supervivencia. Pero nos veíamos, y por un momentico, en el calor de la pachanga y el ron, hasta bailábamos juntos. Es cierto que todo era artificio, pero, qué sé yo, éramos nosotros con nuestros problemas, los problemas que nosotros mismo habíamos creado y que soportábamos. Ahora me siento a cada rato como cuando la puerta de la calle está abierta y no la ves, pero sabes que está abierta por la corriente de aire que entra, una brisita que perturba el ambiente íntimo de lo propio. Tú agradeces la brisa, pero temes que un extraño entre. No sé si me entiendes, ni yo mismo me entiendo. Ahora nos parecemos a Puerto Rico, bailando salsa en inglés. Esto no es añoranza ni un carajo, porque en los últimos tiempos ya la camaradería se había ido a la mierda, y el que no supiera engañar (o matar, como los balseros) era hombre perdido en la carretera.
Bueno Alejo, hermano, estamos en fin de año, momento para unirse y para recordar a los que están lejos. Decían que la familia cubana siempre estuvo dividida por la política, pero ahora que aparentemente está tendido el puente, mis tíos y mis primos no regresaron, y tú y tantos otros ya hicieron su vida afuera y quizá no nos veamos nunca más. Parece que nos llegó la libertad cuando ya no había remedio.

De todos modos, feliz año nuevo, mi hermano





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