Now

12 spt.

He estado pensando en Now, aquel programa de los 70 que ponía música americana con los comentarios acerca de todo lo malo que se puede hablar de Estados Unidos, 3 ó 4 canciones de moda y cinco o seis comentarios bien ácidos. Todos escuchábamos Now, los únicos 20 ó 30 minutos de música americana en la radio, los comentarios eran como la publicidad de tv, nadie los oía. La otra emisora era la Double U, la Dobliu, que la gente captaba en la costa con los Selena rusos. Los muchachos más famosos, los líderes del pre, eran los que se sabían de memoria el hit parade de fin de año, y se lo sabían completo, cantante y canción. Oír música cubana o bailar casino era de guapos, de "la negrá", aunque en mi pre era un negro el que más sabía del hit parade, hasta algunas canciones cantaba forreando, y como la gente no sabía inglés sonaba auténtico. Y los grupitos de rock del setentaypico que forreaban a lo descarao, los Almas Vertiginosas, hasta que la Seguridad hizo la redada del Patria o Muerte en Santa Fe. Santa Fe, el pueblo de los disidentes, cuando lo de las balsas se puso más difícil, casi todos los días salían balseros desde Santa Fe. “El aeropuerto” le decían a Santa Fe, la familia iba a despedirse y todo. Donde único se oía Radio Martí abiertamente en los portales era allí, en pleno fidelismo. Entonces empezaron a darle casas a segurosos para ir colonizando y neutralizar, como los colonos israelíes. Y las antenas parabólicas ¿te acuerdas? En el breve tiempo de las parabólicas la gente se conectó con el mundo exterior. Yo compré una parabólica a cien dólares y sólo tuve que agregar la lata de leche para el circuito.
Ahora están haciendo un remake de Now, pero sólo con informaciones de la farándula, la nostalgia se está empezando a explotar. Hablando de nostalgia, todavía quedan esqueletos de parabólicas en las azoteas, increíble ¿no?, desde el 90. La gente las aseguraba con cemento, y cuando codificaron las señales se inutilizaron de golpe, no tenía sentido desmontarlas, todo el dinero que costaron se congeló allí mismo, después eran como banderas de la frustración, los televisores volvieron a su horario de 6 horas y los niños a jugar en la calle. Cuando iba en bicicleta por San Lázaro me entretenía mirándolas, todas dirigidas al Habana Libre, las que no estaban en la azotea salían de las ventanas, de las barbacoas, con un tubo largo, tratando de rascabuchear al Habana Libre. Yo las miraba allí, olvidadas, sucias de smog y salitre, y se me parecían a nosotros mismos. Ahora también somos parabólicas, sedientas, ahora estamos en el primer círculo de la misma historia.



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