El Polo

5 jul.

¡Ay Alejo, coño! hoy a sido un día lindo para mí. ¡Lindo! ¡Limpio! Regresó Polo de España, un hermano, un amigo mío trovador de los días grandiosos. Estuvimos oyendo sus cds de cuando “historia”, “esperanza”, “sueño” (esos vocablos naivs) removían las paredes de los teatros, y la gente gritaba y aplaudía en medio de la canción. No pensé que después de tanto tiempo pudiera viajar a aquella Habana, a La Habana de las nubes. Estoy escribiéndote en el narcótico de la música, que estoy poniendo otra vez y otra vez. Ahora acaba de decir “cada día a probar fortuna le llamamos vida”. Podría ser un texto de hoy también, pero este Hoy es monótono y plástico, no hay riesgo, no hay ilusión. Estuvimos confrontando esta Cuba y la que él tenía allá en su cabeza. Yo pensaba que el haber vivido tanto tiempo allá lo haría más apto para esta actualidad, pero él está más inconforme que yo. Yo pensé que la distancia y el civilismo europeo lo alejarían más de la tristeza, pero él no acepta nada de lo que hay hoy, ni lo bueno siquiera. Viene asqueado, empachado de añoranza. Los dos batallamos contra la mierda en la revolución, él empezó más tarde, pero fue más efectivo. Pero ahora él está mal, está agrio. Quizá le ha faltado el tránsito. Ahora tengo un buen amigo que apaciguar y consolar (¿o que acompañar?). Mañana nos encontramos otra vez. Yo sé que tú nunca fuiste a un concierto. Eso fue lo más grave. Por eso no regresas.

Tu hermano



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