Partidos políticos cubanos

Qué vergüenza, qué mierda, pobre gente de camisita de cuadritos gastada y viejas sin dientes con pañuelo viejo en la cabeza, pobre negro sudoroso con espejuelos de pasta negra y bolígrafo inútil en el bolsillo, pobre intelectual medio calvo y medio intelectual, pobre cristiano repartidor de volantes en la parada sin techo a sol rajante, pobre abuela paseando con sus dos nietecitas por las calles de juguete del Cementerio, pobre joven idealista de la “nueva era“ hablando de lo que nunca va a suceder en este país de la bella durmiente. Todos saliendo por televisión opinando de las elecciones y los programas y los candidatos y las pespertivas. No ha pasado nada, la misma historia, pero al revés, antes era un guión nacional, aprendido para por si acaso un periodista te sorprendía en la calle, ahora es otro guión, aprendido para no quedarse en blanco ante una pregunta, porque en realidad, nadie sabe aquí qué es una elección, que es libertad política, de pensamiento, de reunión, con qué se come eso, la gente sigue votando en filas rumberas, un polo por lo que le suena más a antes-pero-sin-Castro (APSC) y el otro polo por lo que le suena más a Chevrolet-y-sortijón de oro (CHSO). Esos son ahora los dos partidos políticos (polí-ticos de polos, no de política). Esta es la herencia. Los exdisidentes se desgañitan pidiéndole a la gente que usen la oportunidad para levantar una sociedad moderna de verdad junto a ellos que lucharon aquí adentro, pero el primer problema es que a ellos sólo los conocían en la Seguridad y en el extranjero. Los cómicos de la Unión de Taxistas Independientes con dientes de oro, los dueños de cadenas de alojamientos privados, los joyeros y los anticuarios, están por el CHSO; la viejita negra con canas que dice ay mijito, la señora gorda con canas y espejuelos y jaba, la mujer con dos hijos y un marido que no se atreve a abrir la boca y se mete rápido con los dos niños en el taxi, la directora del asilo del Cerro con el pelo teñido y sonrisa temblante, por el APSC. Los por Otro-Castro y los por La-Nación-Moderna, boleta en blanco. No hay gente coreando a gritos con una nueva novísma trova, no hay poetas alegorizando la luz en un taller oscuro, no hay gente vistiéndose de negro, no hay rumores de expulsiones en la Facultad de Letras, no hay libros que HAY que leer, no hay tremenda exposición en el ISA, no hay conciertos de Pedro Luis o Varela, sólo hay dientes de oro por todos lados, barrigotas con camisas blancas, gafas negras, sortijones de piedra roja, tamboras niqueladas, mamitas, papitos, salsa con saliva, viejitas y niños, y el cielo cargado de nubes políticas, y cuando se abren las nubes, sol político, cálido y esperanzador, pero irresistible por mucho tiempo. Y olor a americanos, peste para mí, que sé que esa cortesía y ese espanglish son circunstanciales. Si quieres, el resumen de todo esto es la filmación que le hicieron a Raúl en la casa donde está guardado. Un periodista alemán averiguó dónde es y se subió en el techo de una guagüita y lo filmó en el patio. Parece que es en el campo, está hablando con otro viejo. Tiene el pelo blanco, la cara llena de lunares y una bolsa bajo la mandíbula como los pelícanos. Se mueve muy cómico, como si estuviera bailando. Tenía una guayabera y movía la mano muy lento, señalando unas maticas. Entonces el periodista lo llamó desde el muro. Él miró, levantó la mano con los dedos dormidos y dijo adiós con una sonrisita, el otro viejo ni siquiera se enteró.