Perdón

11 abr.

Alex, te mando un resumen de lo del tipo que espió al amigo. Me recuerda mi época de la Universidad, éste tipo hubiera podido estar en mi aula, y para los otros hubiera podido ser yo mismo.

- Usted ha accedido a participar en nuestro programa de reconciliación nacional respondiendo sólo a las preguntas que usted desee.
- Sí.
- Usted colaboró con la policía política del castrismo ¿cómo lo reclutaron?
- Durante una reunión en el Municipio de los CDR (...).
- ¿Qué le encomendaron?
- Obtener datos personales e informaciones en general.
- ¿Sobre quiénes?
- Estudiantes de la Universidad, por ejemplo.
- ¿Usted estudiaba en la Universidad?
- Sí.
- ¿Por qué era importante esa información?
- Habían aparecido carteles contra Castro y circulaban rumores de estudiantes organizados en grupos contestatarios.
- A fines de los ochenta.
- Sí, más o menos.
- ¿Qué informaciones dió usted a la policía política?
- No quisiera entrar en detalles sobre eso, de todas maneras nada demasiado secreto.
- ¿Dieron resultado sus informaciones?
- Nada espectacular, no había exactamente grupos, más bien individuos, la gente tenía miedo...
- Usted espió también a personas de su círculo privado ¿no es así?

- Sí.
- ¿Quisiera comentar sobre eso?
- Un amigo homosexual, profesor de secundaria, que iría a Nicaragua en misión internacionalista como maestro.
- Llamemos a su amigo X.
- Okey, X.
- ¿Qué hizo contra X?
- Sugerí a la Seguridad que esa persona podría proyectar una imagen dañina de nuestro país.
- ¿Por sus inclinaciones sexuales?
- No... bueno quizá también, pero en primer lugar porque era anticomunista, era extremadamente crítico con el sistema. Ir a Nicaragua era una misión de imagen internacional, y yo no entendía cómo podría representar la imagen de Cuba una persona que tuviera tan mal concepto de su sistema de gobierno.
- Pero usted, sin embargo, seguía siendo su amigo.
- Sí.
- ¿Cómo explica eso?
- Yo fui su amigo hasta que me enteré de que iría a Nicaragua, a partir de ahí propuse el trabajo y pasé a ser su espía.
- Usted mismo propuso espiar a su amigo.
- Sí.
- ¿Es usted homosexual?
- No.
- ¿En qué consistió la vigilancia a su amigo?
- Yo debía obtener datos de todas las personas en estrecha relación con X, y fotos. No conseguí ninguna de las dos cosas, y al final fue a Nicaragua.
- Un trabajo tan simple ¿usted no pudo cumplirlo?
- No, no pude. De todas maneras la Seguridad no parecía tener mucho interés en eso, fue uno de mis primeros trabajos y me imagino que me dejaron para embullarme. Ya X habría sido verificado por otra gente.
- ¿Sabe si X regresó, si se encuentra en Cuba?
- Sí, lo he visto varias veces.
- ¿Ha intentado hablar con él?
- No.
- ¿Siente usted qué hizo lo correcto?
- Desde esta perspectiva, no.
- ¿Y desde aquella?
- Yo he pensado mucho en eso, y lo que he meditado me tranquiliza un poco, porque no recuerdo en ningún momento haber sentido odio hacia él, ni envidia ... llegó a ser mi mejor amigo, a pesar de ser homosexual.
- Y entonces ¿por qué trató de hacerle daño?
- Yo no traté de dañarlo, yo traté de defender algo que para mí era primordial, mi fe, que pasaba claro está, por la fe en mi país... O si se quiere, traté de defender el prestigio de mi país, que era el sustento de mi fe.
- Usted denunció a su amigo porque era un deshonor para su país, el prestigio de su país era el sustento de su fe, por lo que tenemos que ese amigo era también un atentado contra sus propias convicciones, sin embargo ¿usted afirma no haber sentido ningún sentimiento negativo hacia él?
- Así es. Yo le digo lo que sucedió, pero no me pida que se lo explique. No sentí odio hacia él, y ese es mi consuelo.
- Era un doble juego bastante... digamos incomprensible.
- Una moral doble, todo el mundo habla ahora de la doble moral cívica, pero eso no era una simple enfermedad de la revolución, era una forma de vivir. Si yo me hubiera dejado guiar por una sola moral, me hubiera tenido que suicidar por soledad, o me hubiera vuelto loco. Pero sí le puedo decir una cosa, den gracias a la doble moral, porque ella fue la que evitó una confrontación civil en este país. Todavía la está evitando.
- ¿Cómo juzga su comportamiento de entonces?
- Ahora deshonroso, pero en esa época, cuando más, mediocre. Antes yo me creí la justicia para el negro, el loco, el viejo, los hermanos africanos, nicaragüenses y todas esas cosas. Nosotros ganando guerras en África, no para obtener territorios, la gente moría en otros países sólo por ayudar, ni siquiera para ganar dinero, sólo para ganar honor.
- O para que no le ensuciaran el expediente laboral o lo estigmatizaran socialmente haciéndole la vida inllevable.
- No todos, no creo que tanta gente reaccionara sólo por eso. Yo no hubiera estado dispuesto a morir solo por eso.
- Entonces, ¿usted siente que, situándonos en aquella época, su actitud tiene justificación moral?
- Yo me veo a mí y a los que eran como yo, como bueyes, bueyes honrados, arrastrando una carreta de perversidad pesada, mientras no nos reventamos no nos importó la carreta. Ahora me doy cuenta, pero nadie me puede juzgar por lo que pasó en el futuro. Por eso le digo, ahora lo reconozco, y ahora es lo que cuenta, lo que cuenta para mí.
- Estaría usted dispuesto a pedir disculpas a su amigo.
- No. A pedir perdón.



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