El Angel

8 mar.

No sé cuántos días hace que no te escribía. Lo hago hoy porque ¿tú sabes quién estuvo aquí? El Angel. Y hablamos de ti y de aquellos gloriosos tiempos en el taller de escultura, cuando conspirábamos en nuestro submundito de fantasía. Y por supuesto, hablamos de cuando cagó en la exposición. Su historia ha aparecido en una revista bastante seria que se hace aquí. Él me había invitado aquel día, pero yo tenía otra cosa y no fui. Después le dije que por qué no me avisó que iba a hacer eso, pero él me dijo que ni a su novia, que estaba con él aquel día, se lo había advertido, porque si alguien le hubiera dicho nada más ¡¿tú estás loco?! ahí mismo se hubiera rajado. Pero lo hizo, por eso lo admiro al muy cabrón, en pleno 1990, en plena contraofensiva cultural. Ese fue el puntillazo contra el boom de los 80, su encarcelamiento, quiero decir. De lo que no hay duda es que hizo una de las últimas leyendas de aquellos cojonúos ochentas. Qué jodíos mecanismos tiene la mente de un tipo marginado, Angel se sintió marginado de aquella exposición, y a pesar de que es el tipo más introvertido que conozco, se bajó el pantalón y estuvo allí desnudo esperando a que saliera el mojón, el mojoncito, porque aunque dejó dos días de cagar, lo que salió fue una mierdita, por el nerviosismo, y no se drogó, ni tomó, sólo lo hizo, se soltó del brazo de la novia y cagó el Granma. Él me tiene mucho aprecio por los líos que yo formaba después por él, cuando le suprimieron sus trabajos en la Galería Habana. Mira tú, y yo sólo hacía eso para compensar mi cuota de displicencia en todo lo que le hicieron. Pero él sigue igual, tranquilo, es un héroe underground y no sabe asumirlo. Me imagino que así son los héroes de verdad. Sería bueno que te escribiera, compadre, voy a hablarle para que te escriba algo. Nosotros éramos el trío de la apocalipsis en aquella Casa de Cultura, ¿eh, Ale?



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