Paraíso de la Humanidad

Cuánta gente en el mundo debe pensar que entendió lo que vivimos, todo lo que sucedió, lo que sucede. Gente que no vivió donde nosotros, dentro de nosotros. Cuántos nos miraron como especímenes de laboratorio, cuántos que nunca nos acompañaron de cerca arrastrando el corazón en el polvo, cómo imaginará esa gente lo que se perdió. A veces pienso que hubo algo de verdad en la altura que creímos alcanzar. Nadie puede asegurar que estuvimos cerca del Infierno, quizá fue ciertamente del Paraíso de la Humanidad, de todos modos para llegar a cualquiera de los dos se “asciende” primero. Pero no fuimos un suceso corriente, a fuerza de arrebatos heroicos y holocaustos indiscriminados nos distinguimos, y eso fue muy útil para el ansia de grandeza que tienen los predestinados a la insignificancia. Ahí estuvo lo único, un juego de azar adaptado a nuestra islicidad, en el que después de arruinarnos seguimos esperando el golpe de suerte que nos regresara a la fortuna, y mientras, nos sentíamos grandes, y hacíamos planes. Fuimos inmensos. Entre los pequeños los que más vocación de gigante tuvimos. Esa herencia nos ayudará, algún día va a acabar la prehistoria, habrá una nueva ocasión de aventurarse, y gastar la vida en algo más que esperar a morir.
Ay Ale, si pudiéramos renacer, hacer las cosas de nuevo, aunque sólo fueran errores, otros



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